No sé qué es el amor, sólo sé que lloré a morir por ti, las albuferas eran pequeñas, comparado con mi piélago de lágrimas que yacía en mi habitación. Mi mejor amiga fue la soledad, junto con mi mente que no me dejaba en quietud. Tus ojos fueron displicentes, indolentes; tu silencio era el más lóbrego suplicio que viví cuando escribía cartas para ti sin tener respuesta alguna.
Mi cama, mi botella de tequila y mi soledad fueron los únicos que lloraron conmigo, me acompañaron y me arroparon cada vez que las lágrimas no se hacían esperar en mis ojos. No sé qué es el amor, pero de lo que si estoy segura es que tu desprecio y tu sigilo me dolieron a morir.