Me sabe amarga mi derrota,
me sabe amarga mi locura
y la desesperanza no la
puedo dejar a un lado.
Veo un horizonte parejo y largo como si fuese el desierto,
lo voy recorriendo paso a paso sin tener un indicio
de que pronto llegaré al final,
es como estar sediento o buscar un oasis que quizá no exista,
el horizonte no tiene árboles, no tiene una sombra donde descansar,
sólo percibo que debo seguir caminando.
Más adelante encuentro una pequeña palmera que apenas mitiga los rayos del sol,
estoy empapada de sudor y quemada por los rayos, en ocasiones sueño que no deseo seguir ese camino.
Sueño que puedo quedarme para siempre sentada, pese a todo sé que ni hay opción,
o me quedo sentada y me muero de sed o sigo el horizonte que es tan parejo como los corazones de muchos.