“Mis ojos brillaban por primera vez,
mis ojos lloraban como siempre tenía que suceder,
las gotas caían sin cesar por mis tristes ojos,
mi corazón lloraba y mi alma moría.
Sentía mi cuerpo como un pesado caparazón, el dolor más grande era no poder seguir
cargando con mi corazón y mi alma que esa tarde morían de tristeza, había perdido el
camino encontrado y el paraíso soñado”